Me gusta la oscuridad

| Me gusta la oscuridad |


Me gusta la oscuridad,
le dije
y apagó la luz.

Mis manos se extendieron
y tocaron las palabras
que nadie había pronunciado.

El latido de su corazón
palpitaba acompañando al mío,
creando una bella melodía,

el perfume de los suspiros
me embriagaba,
mientras en mis dedos se
derramaba su alma, líquida.

Él era para mí
como un poema no escrito,
una sombra que debía atrapar
en medio de esa noche artificial
con una red de caricias
y besos encendidos.

Mis manos seguían perdidas
en las oraciones prohibidas...

Me gusta la oscuridad,
lo escuché decir entre murmullos.

Su mirada inexpresiva
ahora me reflejaba.

Le sonreí
(yo conocía aquella mirada)
y tiré la luna
y el sol
y las estrellas
y el resto del universo
por la ventana.